Pensando en el origen de grandes
problemas actuales que aquejan a la sociedad española, ética, falta de
transparencia, baja calidad democrática, no necesariamente por este orden,
quizá habría que dirigir la mirada hacia el funcionamiento interno de los
partidos. No es intención hacer en estos momentos una crítica fácil por el
hecho de que partidos y representantes políticos están ahora en el ojo crítico
de los ciudadanos y la calle, aunque objetivamente razones tienen, y no deben quedar al margen, ya que algunas o
muchas de ellas son acertadas.
Quizá esa gran mirada crítica ciudadana vaya
precisamente dirigida ahí, porque siendo esa pieza fundamental para el
funcionamiento del sistema democrático, no pueden permitirse fallar, deben ser
solución y no causa de los problemas de los ciudadanos
No se trata de una crítica a los
partidos como tales, pues sería tanto como criticar al propio sistema democrático.
Se trataría por lo tanto de cuestionar desde un punto de vista objetivo el “funcionamiento
interno” de los partidos, el cual tiene
un claro reflejo en el mundo exterior, impactando en la sociedad y la propia
vida democrática.
El funcionamiento interno de los
partidos, no pasa ni puede pasar inadvertido ante los ciudadanos, llama la
atención la desproporción existente de que siendo resortes de la democracia, su
funcionamiento y estructuras internas carecen de ella o dejan mucho que
desear, y me explico…
Creo que podemos estar de
acuerdo, en que los partidos entre sus
principales funciones tienen la de generar políticas, ideas y proyectos para
lograr el progreso y bienestar del país, pero también con su capital humano
generan concejales, parlamentarios y liderazgos que operan en/o desde diversos
ámbitos de la vida pública y las Instituciones democráticas, siendo su función
determinante en la marcha de la sociedad.
Efectivamente el sistema o
proceso para la promover proyectos así como elección de líderes y dirigentes
deja mucho que desear, y aun teniendo un
envoltorio democrático, están pensados, para lo que tantas veces hemos oído
hablar “el control de los aparatos de los partidos”: Listas cerradas de candidatos en lugar listas
para participar en los Congresos - Porcentajes y umbrales altos para obtener
representación - Grupos de presión
constituidos para influir en las candidaturas electorales - Número de avales
desproporcionados para presentar candidaturas etc. Todas estas normativas existentes, proclives
a candidaturas mayoritarias, favorecen conductas poco éticas y nada estéticas,
desembocando casi inevitablemente en luchas intestinas y fraticidas, donde a
menudo no afloran los mejores ni las mejores ideas, sino que prevalecen los que
mejor se desenvuelven en estas dinámicas que podríamos calificar de < escasa
calidad ética>. Atrás quedan los primeros, que se retiran por no poder resistir
o tolerar esos procesos.
Podemos concluir que los partidos
tienen la obligación de aportar lo mejor de si mismos. Su funcionamiento interno, influye de
manera determinante en lo que estos
aportan a la sociedad, en cuanto a valores, políticas y proyectos, además de
los correspondientes representantes y liderazgos. De aquí que los procesos
internos actuales carentes de la suficiente ética y democracia, impiden de
alguna manera cumplir con su objetivo principal y conllevan inevitablemente un
germen proclive a las malas políticas y quizá la corrupción.