Yo no soy Charlie Hebdo, simplemente soy Charlie, Stéphane ,
Luís, Alika, Aasim, Abdul, Mei Ling, Kumiko, Naser, o cualquiera de otras tantas
humildes personas, desheredados de este mundo, que trabajan y luchan por
sobrevivir en este mundo de injusticia y crueldad que no controlan y en el que
no han participado en construir; personas que no cuentan, pero existen, y solo
por ello tienen el derecho inalienable a
la vida sin que nadie en nombre de argumentos falsos de raza, sexo y religión
tenga derecho a segársela.
Escribo estas líneas desde cierta distancia que,
determinadas circunstancias, me han mantenido alejado de las noticias de estos
días. Pero vivimos en el mundo de la comunicación y es del todo inevitable que
éstas lleguen, sobre todo cuando se ha perpetrado, en este caso en París, un
atentado contra la vida y la humanidad en el seno del popular semanario
satírico de Charlie Hebdo. Llama una vez mas la atención que, quienes están
encargados de hacernos llegar esta noticia -los medios de comunicación- sitúen
sectariamente el cruel atentado como un “ataque a la libertad de expresión”
cuando se trata de una ataque contra la vida, los derechos humanos y la
humanidad
No soy Charlie, pero he recibido la noticia con
consternación e indignación, como recibo las que tienen que ver con miles de
inmigrantes que mueren en las aguas en busca de futuro y vida y solo encuentran
la muerte, o las de personas que se ven inmersas en guerras absurdas y mueren
cada día sin saber porqué, o como miles de mujeres que por el hecho de serlo sucumben,
todos los días, víctimas de atentados machistas con indiferencia y lejanía de
quienes les rodean. Toda muerte a manos de una persona es violencia y “terrorismo”.
Por eso resulta inquietante oír a personalidades políticas, como Marine Le Pen,
utilizar y manipular una tragedia humana como la ocurrida en París, para
promover el odio sobre culturas y la instauración de la pena de muerte, sobre
todo en quien, según las encuestas, puede gobernar próximamente Francia. La
pena de muerte es una forma de
terrorismo ejercido desde el Estado.
Nadie en nombre de de Dios y religión de turno puede
arrogarse el poder de quitar la vida a las personas, y debe ser castigado con
la máxima contundencia que permita la ley, siempre que esté de acuerdo con los
Derechos que se han vulnerado y pretende castigar. Pero no se puede tratar la
magnitud de lo ocurrido obviando las causas, sobre todo si se pretende
solventar el problema; y el problema es que la violencia engendra la violencia,
y la injusticia la rebelión, y yo que no soy Charlie Hebdo, pero sí Charlie,
Stéfhane, Luis, Alika, Aasim, Abdul, Mei Ling, Kumiko y Naser, no puedo obviar
que las causas de todos los terrorismos, está el dinero, la injusticia, la agresión, la esquilmación,
el despojo, las guerras, y por qué no, el terrorismo ejercido desde occidente a
otras culturas fundamentalmente por intereses económicos y geoestratégicos.
Por ello da pavor el atentado como los de EEUU, Madrid,
Londres y ahora París. Pero también produce indignación ver la frialdad y
falsedad con la que los líderes de occidente se pronuncian y reúnen escandalizados en relación con la tragedia, como
manipulan las conciencias de los ciudadanos de bien, sin hablar y obviando lo que
pasa y ha pasado sobre el terreno en Irak, Afganistán, Siria, Irán, Libia, Palestina
etc, cuando lo primero va indefectiblemente
unido a lo segundo. Dentro de unos días toda esta consternación pasará, todo
volverá a la situación anterior y nada se arreglará, hasta que otro desgraciado
día vuelva a ocurrir, y vuelta a empezar. Desgraciadamente como casi siempre se
puede acudir al refranero, que en este caso viene bien aquel que dice “de
aquellos polvos vienen estos lodos”.